¿Qué es el neuroma de Morton?
El neuroma de Morton es una patología nerviosa que afecta al nervio interdigital plantar, normalmente entre el tercer y cuarto dedo del pie. Es un engrosamiento del tejido que rodea al nervio debido a una irritación o compresión repetitiva.
Esta afección genera síntomas como dolor punzante, sensación de corriente eléctrica, ardor o incluso adormecimiento en el antepié. Muchas personas describen la sensación como “pisar una piedrecita invisible” dentro del zapato. El dolor puede ser tan intenso que impide caminar con normalidad o practicar ejercicio físico.
El neuroma se desarrolla frecuentemente en personas que usan calzado ajustado, con tacón elevado o con poca amortiguación, ya que estas características generan una presión excesiva sobre el antepié, especialmente en la zona entre los metatarsianos.
Causas principales
Las causas del neuroma de Morton suelen estar directamente relacionadas con la biomecánica de la pisada y con el tipo de calzado que se usa habitualmente, pero varían según el caso.
Factores anatómicos individuales
Algunas personas tienen de forma natural un espacio reducido entre los metatarsianos, lo que favorece la compresión de los nervios digitales. Esta predisposición anatómica puede hacer que incluso sin factores externos evidentes, el nervio se irrite más fácilmente.
Exceso de peso
El sobrepeso u obesidad aumentan de forma significativa la presión sobre el antepié, especialmente al caminar o estar de pie por largos periodos. Esta carga adicional incrementa el riesgo de compresión nerviosa y acelera la aparición del neuroma.
Actividades de alto impacto o repetitivas
Deportes como el running, fútbol, pádel o similares exigen movimientos repetidos que generan microtraumatismos en la zona metatarsal. La repetición de impactos en la misma área puede irritar el nervio y provocar su engrosamiento progresivo. En estos casos, el uso de Podoks como tratamiento preventivo está muy recomendado.
Alteraciones biomecánicas de la pisada
Una de las causas más infravaloradas del neuroma de Morton son las alteraciones biomecánicas en la forma de pisar. Aunque muchas personas asocian el problema únicamente al calzado, lo cierto es que una pisada desequilibrada puede aumentar de forma significativa la compresión sobre el nervio interdigital plantar.
Por ejemplo, la pronación excesiva —cuando el pie se desplaza demasiado hacia dentro al caminar o correr— provoca que el antepié gire hacia dentro y se estreche la separación entre los metatarsianos. Esto crea una especie de "efecto tijera" que comprime los nervios digitales, especialmente entre el tercer y cuarto dedo, favoreciendo la inflamación.
Del mismo modo, una pisada con carga excesiva en el antepié, común en personas con pies cavos o que caminan sobre la punta del pie, puede generar un aumento de presión en la zona metatarsal. Este exceso de carga mantenido en el tiempo irrita el nervio y facilita la formación del neuroma. Nuestra huella plantar nos puede desvelar cuál es nuestro tipo de pisada:
También las asimetrías posturales (como diferencias en la longitud de las piernas, desviaciones de cadera o desequilibrios musculares) pueden alterar la distribución de cargas al caminar, haciendo que uno de los pies trabaje de forma inadecuada.
Por eso es tan importante acudir a un estudio de la pisada con un podólogo especializado. Este análisis permite identificar desequilibrios en la marcha, zonas de sobrecarga, y adaptar el tratamiento de forma personalizada, ya sea con plantillas ortopédicas, ejercicios de reeducación postural o ajustes en el calzado.
Uso de calzado con puntera estrecha
Entre los factores de riesgo externos que no dependen directamente de nuestro cuerpo sino de un elemento como podría ser el calzado, uno de los principales es el uso de zapatos con puntera estrecha, que comprimen los dedos y reducen el espacio natural entre ellos. Esto genera fricción y presión continua sobre el nervio interdigital, que se inflama progresivamente.
Tacones o zapatos con drop elevado
El uso prolongado de tacones o zapatos con drop elevado (altura del talón muy superior a la del antepié) también favorece esta compresión, ya que desplaza el peso del cuerpo hacia el antepié, sobrecargando los metatarsianos.
Además, personas con ciertas deformidades como juanetes, dedos en garra, pies cavos (arco alto) o pies planos (arco bajo) también tienen mayor predisposición a desarrollar esta patología, ya que su estructura favorece desequilibrios de carga y compresiones repetitivas.
En todos los casos, el nervio atrapado genera una respuesta inflamatoria crónica que desencadena el dolor y demás síntomas característicos.
En corredores, el impacto repetitivo sobre superficies duras como el asfalto y el uso de zapatillas inadecuadas o desgastadas puede agravar el problema.
Prevención: hábitos saludables para tus pies
Prevenir el neuroma de Morton es posible adoptando hábitos saludables desde el día a día. El primer paso es cuidar el tipo de calzado que usamos.
Zapatos con puntera ancha y amortiguados
Uno de los pilares en la prevención del neuroma de Morton es el uso de calzado con puntera ancha. Este tipo de diseño permite que los dedos se mantengan alineados y se muevan con libertad, evitando la compresión lateral que puede irritar el nervio interdigital plantar. Cuando los dedos están apretados por una puntera estrecha, el espacio entre el 3º y 4º metatarsiano se reduce, generando fricción constante sobre el nervio y favoreciendo su inflamación.
Además, no basta solo con espacio en la puntera: el calzado debe tener una buena amortiguación en el antepié, especialmente en personas que caminan o corren con frecuencia. Esta amortiguación ayuda a distribuir mejor las cargas al apoyar el pie, reduciendo los picos de presión que agravan el dolor. Un zapato duro, plano o con suela muy fina transmite directamente los impactos al nervio comprimido, empeorando los síntomas.
Drop equilibrado
El “drop” es la diferencia de altura entre el talón y el antepié en una zapatilla. Un drop equilibrado —en torno a los 8 a 12 mm— es ideal para la mayoría de personas, ya que permite una distribución armoniosa del peso corporal durante la marcha o la carrera. Un drop inadecuado obliga al antepié a soportar más carga en cada paso, lo que aumenta el estrés sobre la zona metatarsal y sobre el nervio interdigital.
Este desequilibrio, mantenido durante semanas o meses, puede contribuir a la aparición de patologías como el neuroma de Morton. Por eso, si practicas deporte con regularidad, es fundamental que tus zapatillas tengan un drop moderado y cuenten con una suela que proporcione buena estabilidad y control del movimiento, especialmente en el antepié. Como siempre, lo más recomendado será estudiar tu pisada en el podólogo.
Alternar el tipo de calzado
Una recomendación sencilla y eficaz es alternar los zapatos que usas a lo largo del día o durante la semana. ¿Por qué es importante? Porque cada calzado genera un patrón distinto de presiones plantares y activa diferentes músculos del pie. Al variar de zapato, evitamos que la carga se acumule siempre en las mismas zonas, lo cual puede ayudar a prevenir sobrecargas repetitivas, que están en el origen de lesiones como el neuroma.
Por ejemplo, puedes combinar zapatillas deportivas con calzado casual cómodo, o incluso usar sandalias anatómicas en casa. Esta “variabilidad biomecánica” reduce la rigidez de las estructuras del pie y promueve un uso más equilibrado de los tejidos.
Fortalecer y movilizar los pies
Nuestros pies contienen más de 100 músculos, tendones y ligamentos, muchos de los cuales se debilitan por el uso continuo de calzado restrictivo o por el sedentarismo. Realizar ejercicios específicos de movilidad y fortalecimiento del pie puede marcar la diferencia entre un pie sano y uno dolorido.
Actividades simples como:
- Recoger una toalla del suelo con los dedos del pie,
- Rodar una pelota de masaje bajo el arco plantar,
- Estirar los dedos separándolos conscientemente,
- O caminar descalzo sobre superficies irregulares (cuando no haya contraindicación),
son excelentes para mantener el tono muscular y la elasticidad de los tejidos. Además, acudir al podólogo de forma regular permite detectar a tiempo alteraciones en la pisada o en la alineación de los dedos que podrían derivar en un neuroma si no se corrigen.
Tratamientos recomendados
Una vez diagnosticado el neuroma de Morton, el tratamiento dependerá del grado de avance y del impacto en la calidad de vida del paciente. En fases iniciales, los podólogos recomiendan cambiar a un calzado más adecuado, con suela gruesa, buena amortiguación y puntera ancha. Esto reduce la presión directa sobre el nervio inflamado.
El uso de plantillas ortopédicas personalizadas es una de las herramientas más eficaces. Estas plantillas incluyen una pequeña almohadilla (barrera metatarsal) que redistribuye la presión en el antepié, evitando que recaiga sobre el nervio comprimido. También ayudan a corregir desequilibrios estructurales como el pie plano o cavo, mejorando la pisada global.
En casos más complejos, la fisioterapia puede incluir técnicas como infiltraciones ecoguiadas con anestésicos o corticoides, radiofrecuencia o terapia manual para aliviar la inflamación. Solo en último caso se recurre a la cirugía, cuando los tratamientos conservadores no ofrecen mejoría tras varios meses.
Contraindicaciones importantes
Es importante entender que no todos los tratamientos o productos en el mercado son válidos para esta patología. Por ejemplo, los calcetines compresivos pueden ser muy beneficiosos en otras afecciones como la fascitis plantar o la fatiga muscular, pero en el caso del neuroma de Morton están contraindicados, ya que la compresión adicional puede agravar los síntomas.
Podoks, aunque es una solución biomecánica avanzada para multitud de patologías del pie, no deben utilizarse en personas con neuroma de Morton sin supervisión profesional. Siempre recomendamos consultar con tu podólogo de confianza, quien evaluará si el uso de Podoks es adecuado dados los beneficios que tiene a nivel biomecánico, o si por el contrario será mejor el uso de plantillas personalizadas o intervenciones de otra índole.
Evitar el diagnóstico por parte del profesional, o usar productos sin prescripción, puede retrasar la recuperación y cronificar el dolor.
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